Shakespeare sentenciado

Por  Antonio Fernández Seoane

Con los consabidos arreglos y cortes dramatúrgicos –supongo en ello, pues inevitablemente siempre se hacen- sobre un texto de probada solidez (literaria como tal y para transitarla hacia la representación), el colectivo Velas Teatro nos entrega un espectáculo de singular belleza, aunque las condiciones de su sede lo hagan perfilarse como un teatro de cámara o más intimista o reducido, pero no exento de aquella categoría: ello no le resta en nada el propósito de un discurso espectacular, que va más allá de los límites de ese escenario, su sala A CUESTAS, en el Boulevard cienfueguero…

Se trata de SHAKESPEARE EN CONFESION, del original de Ricardo Muñoz, bajo la dirección de Javier Fernández, quien representa aquí al trágico inglés por excelencia, desdoblándose actoralmente en otros dos más, aspecto –el de la múltiple interpretación- que se convierte en esgrima de la peculiar impronta de su elenco de siete actores y actrices, verdaderos posesos para esta “mise en scène”… Cuerpos, gestos y voces, movimientos, todos sin la contención de la condenatoria de un espacio, dan prueba de la adultez de esta entrega, a lo que habría que agregar la exacta medida artística seguida para su diseño escénico total, sin oropeles aunque grandielocuente para tal propósito, en que brujas y héroes, reyes y comerciantes, doncellas y soldados, reinas o indigentes, conviven en un mismo ámbito: la posible sala de juicio en la que ellos se convocan para un reclamo, el de la injusticia que significa haberlos dejado en la eterna tragicidad de sus asesinatos…

Convincente en todos los sentidos, la representación de SHAKESPEARE EN CONFESION alcanza un punto de verdadero climax poético y estético en su escena final, sentencia hecha sumatoria de una conversión que tuvo que ir más allá de las fronteras de la oratoria de su autor, para ofrecer un espectáculo (término que no me cansaré de repetirlo aquí) inteligente y osado, que nos permitirá ver a VELAS TEATRO en el Festival de Teatro de Camaguey.