Las Antillas en la música española: Cinco canciones negras

 Javier Iha*

Desde los tiempos tempranos de la dominación colonial española en nuestra América emergieron auténticas expresiones culturales procedentes de las diversas realidades sociales. Durante la etapa colonial llegaron desde distintas regiones de España bailes y cantos que se hibridaron con otras tradiciones propias de nuestras regiones. Precisamente, uno de los espacios que se caracteriza por su pluralismo cultural y por ser escenario de sincretismo y transculturación más complejos de América son las Antillas. Esta geografía insular fue destino de músicos españoles; incluso, más allá de la época colonial la emigración española a las Antillas alcanzó un énfasis peculiar durante la Guerra Civil Española (1936 -1939). Durante este período no fue casual que se establecieran en nuestra Isla los españoles José Ardévol, María Muñoz de Quevedo y Julián Orbón, músicos esenciales en nuestra historia musical.

En el siglo XX la región antillana resplandeció ante el mundo por su baile y su música, atrayendo el interés de compositores franceses como Darius Milahaud, Claude Debussy y Maurice Ravel, y del músico catalán Xavier Montsalvatge quien nos dejó su clásica obra Cinco Canciones Negras (1945), paradigma de este fenómeno de apropiación de lo antillano por compositores europeos.

Xavier Montsalvatge (1912-2002), fue una de las figuras clave de la música española en el siglo XX; destacado en el campo de la composición y la crítica musical. Su amplio catálogo abarca desde la ópera y la música sinfónica hasta la música de cámara, merecedor del mayor reconocimiento en ámbito iberoamericano: el Premio Iberoamericano de Música Tomas Luis de Victoria (1998).

Montsalvatge estudió en el Conservatorio Municipal de Barcelona, donde posteriormente, ejerció como catedrático de composición desde 1978. Su obra como compositor se caracteriza por la exploración de distintas estéticas y técnicas que comprenden desde los referentes nacionalistas hasta el dodecafonismo y la politonalidad. En este recorrido estético a finales de la década de 1940 estuvo muy influido por la música antillana. Durante este período compuso sus Cinco canciones negras (1945) y su Cuarteto indiano (1952).

Cinco canciones negras fue una obra comisionada por la cantante catalana Mercedes Plantada; concebidas originalmente para mezzosoprano y piano fueron orquestadas por el propio compositor en 1949, versión por la que se dio a conocer Montsalvatgese alcanzando mayor popularidad como compositor. En este ciclo vocal, cada pieza representa una entidad dentro de la diversidad rítmica y expresiva de la música antillana. La confluencia de ritmos cubanos, el jazz, el estilo vocal español y los referentes modernistas convergen en Cinco canciones negras. Los textos del ciclo constituyen una selección de poetas hispanoamericanos como los españoles Rafael Alberti y Néstor Luján, el uruguayo Ildefonso Pereda Valdés y el cubano Nicolás Guillén.

Dentro del ciclo prevalece lo cubano como eslabón representativo del complejo cultural de las Antillas. Desde la selección de los textos se aprecia el énfasis en lo cubano, revelado en el poema de Rafael Alberti titulado Cuba dentro de un piano, y en Chévere y Canto negro de Nicolás Guillén. Como es de esperar, apreciamos en esta obra la rítmica telúrica de la música afrocubana en consecuencia con los textos de Nicolás Guillén y la presencia de diseños rítmicos que comprenden la habanera, la guajira, la rumba y el son.

*Javier Iha Rodríguez (compositor)

Cuba y Puerto Rico desde la contradanza.

Javier Iha*

Cuba y Puerto Rico son

de un pájaro las dos alas,

Reciben flores o balas

Sobre el mismo corazón…

                                                                           Dolores Rodríguez de Tío

Manuel Saumell

Hace más de un siglo y medio quedaron escritos los versos de la poetisa portorriqueña Dolores Rodríguez de Tío, que tras el destierro de su país natal se refugió en Cuba: la otra ala del Caribe. Rodríguez de Tío plasmó en sus versos la historia común de Cuba y Puerto Rico, colonias españolas hasta 1898, año en que, mediante el Tratado de París pasaron del poder hegemónico hispano a la influencia geopolítica estadounidense.

La afinidad social de ambas islas del Caribe hasta inicios del siglo XX comprende, lógicamente, la identidad cultural que comparten ambas naciones. Dicha identidad es notoria actualmente, en géneros como el son cubano y la salsa portorriqueña, a pesar de los distintos rumbos que han tomado ambas naciones.

Cuando Dolores Rodríguez Pío concibió estos célebres versos acontecía en Latinoamérica la nacionalización de géneros musicales europeos como el vals, la contradanza y la polka. No es de extrañar este fenómeno en nuestros bailes de salón, ya que en el siglo XIX se re-enfoca la definición cultural de las repúblicas latinoamericanas motivados por los cambios sociales que rompieron con el viejo orden europeo.

Juan Morell Campos

En el siglo XIX Francia estuvo de moda y la contradanza francesa se adentró a nuestra geografía convirtiéndose en el baile de salón más habitual. Cuba y Puerto Rico anidaron a la contradanza en su entorno cultural. Este proceso de criollización de la contradanza se caracterizó por la aparición de patrones rítmicos particulares como el ritmo de “tango o de habanera” y el conocido como “cinquillo cubano”. Es curioso como la contradanza finisecular derivó en la danza imponiéndose socialmente como símbolo musical de identidad nacional tanto en Cuba como en la hermana nación caribeña.

Hoy, a más de un siglo y medio de la historia colonial, podemos disfrutar de las contradanzas cubanas y portorriqueñas del siglo XIX. Nombres como Manuel Saumell en Cuba y Juan Morel Campos en Puerto Rico se erigen como los más significativos representantes del género desde la escritura pianística. A través de su música podemos sumergirnos en las dulces, simpáticas y jocosas melodías que dibujan un paisaje costumbrista en una isla del Caribe, islas que como alas de un mismo pájaro luce los mismos colores.

Javier Iha Rodríguez (compositor)

Nuevas luces sobre la vida y obra de Tania León

 Javier Iha *

Una buena noticia para la música latinoamericana se ha anunciado, recientemente, en Facebook desde el perfil del distinguido musicólogo mexicano Alejandro L. Madrid. La primicia que nos trae es la publicación en el venidero mes de noviembre de la nueva biografía de Tania León; pianista, compositora y directora de orquesta cubana que cuenta con una exitosa carrera.

 Tania León nació en La Habana en 1943 y realizó estudios de composición en el Conservatorio Nacional de Cuba. En 1967 viajó a Miami prometiendo a su abuela volver como músico a Cuba; para ello se instala en Nueva York y estudia en la Universidad de dicha ciudad, logrando en 1975 un máster en Composición Musical con la compositora Ursula Mamlok. A la par, Tania León se desarrolló como directora de orquesta; en este ámbito ejerció desde 1969, al recibir la invitación del bailarín Arthur Mirchell para fundar y dirigir la orquesta del Teatro de Danza Arthur Mitchell en Harlem. En su doble desempeño como compositora y directora de orquesta crea sus ballets Haiku (1973), Dougla (1974) y Belé (1981). Como directora de orquesta realizó un curso en Tanglewood en 1978 con Leonard Bernstein y Seiji Ozawa.  

El extenso catálogo autoral de Tania León está constituido por música para piano, de cámara, sinfónica y vocal, incluyendo el género ópera. Como directora de orquesta ha sido invitada a tomar la batuta en más de veinticinco prestigiosas orquestas como la Filarmónica de Nueva York y la Orquesta Santa Cecilia de Roma. En su obra como compositora se aprecia la confluencia de la música clásica, el jazz y la alusión a sus múltiples raíces nigerianas, francesas, china y cubana. Su escritura se distingue por la densidad de sus texturas, y su riqueza rítmica y tímbrica.

En el 2010 Tania regresó a su isla natal con motivo del Festival Internacional Leo Brower de Música de Cámara. Luego en el 2016, participó en el Festival de la Habana de Música Contemporánea que organiza la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.  En dicha ocasión la orquesta interpretó “Indígena”, dirigida por la propia autora; hecho que presencié y recuerdo aún, su notable emoción ante el modesto público del Teatro Nacional. En sentido general, sus partituras se distinguen por la densidad de sus texturas, su riqueza rítmica y tímbrica, resultando en notable complejidad y desafío para el conjunto ejecutante. Este, precisamente fue uno de los mayores retos asumidos por la orquesta al interpretar “Indígena”

Recientemente Tania León recibió el Premio Pulitzer 2021 en la categoría de música por su obra “Stride”, obra catalogada por el jurado como “un viaje musical lleno de sorpresas, con poderosos metales y motivos rítmicos que incorporan las tradiciones de la música negra de los Estados Unidos y el Caribe en un tejido orquestal occidental”.

La nueva biografía de Tania León llega de la mano de un excelente musicólogo mexicano Alejandro L. Madrid. Investigador cuya obra es muy conocida en nuestro país por ser ganador del Premio Musicología que convoca bianualmente la Casa de las Américas. Su libro “Los sonidos de la nación moderna: música, cultura e ideas en el México posrevolucionario, 1920-1930” mereció dicho reconocimiento y publicación en La Habana.

Para la música de nuestro continente Tania León es un eslabón fundamental, por su extraordinaria y peculiar carrera artística; para Cuba un motivo de orgullo que despierta gran interés en nuestro gremio de creadores. Su biografía por Alejandro L. Madrid, que contiene testimonios a partir de entrevistas realizadas a la notable artista y a sus allegados, arrojará nuevas luces sobre su vida y obra.

*Javier Iha Rodríguez (compositor)

Nuevos retos para la Enseñanza Artîstica desde las teleclases

Por Mery Delgado

En las acciones que programa el Canal de CMBF Radio Musical Nacional en Telegram como contenidos propios para los suscriptores, están los Chat de Voz, herramienta que nos ha permitido a los gestores dialogar  sobre diversos temas del contexto cultural actual.

Teleclases de música, una experiencia necesaria

Es así que el  último sábado del mes de julio, reunimos a varios profesores de la Enseñanza de la Música para conversar acerca de sus experiencias en las teleclases este año producto de la situación de confinamiento que afrontan los estudiantes de esta disciplina.

Del Chat participaron la Dra Claudina Hernández, profesora de didáctica y fisiología, Yamila de Armas, profesora de Armonía, Análisis y Contrapunto, Janio Abreu, clarinetista y profesor de música popular, Ernesto Oliva, pianista, compositor y profesor al igual que el conductor del diálogo Javier Iha.

Una hora no bastó para abordar los nuevos retos que les planteó la televisión  como medio de comunicación a sus clases siempre presenciales, sin embargo permitió que conociéramos sus experiencias, estrategias a seguir para hacerlas más atractivas, dificultades y devoluciones a su puesta en práctica.

Había  que tener en cuenta los niveles, las provincias más desfavorecidas en algunas materias por la ausencia de profesores, el enfrentarse por primera vez a un aula invisible pero hasta donde la familia recibía y apoyaba al estudiantado, incluso reconocía el sacrificio de estos jóvenes a partir de esos 30 minutos de clases diarias.

Los profesores fueron críticos y anecdóticos en sus exposiciones. Algunos hablaron desde la experiencia de compartir dudas por whatsap o por teléfonos, otros reconocieron la añoranza de lo presencial que permite en el instante corregir errores interpretativos, pero todos en sentido general han salido más creativos y apertrechados de nuevas herramientas de educación,  y complacidos con que estos materiales pasarán al CNEART para ser registrados como patrimonio nacional de la enseñanza de la música en Cuba.(https://t.me/radiocmbf)

“PerpetuumM”

Javier Iha *

Entre los nombres que enaltecen a la composición cubana contemporánea está Keyla Orozco, pianista y compositora que a pesar de más de 25 años de trayecto artístico fuera de la Isla tiene en su habla y música, arraigada cubanía. Su diverso catálogo comprende obras para piano, diversos conjuntos instrumentales, coro, música sinfónica y electroacústica. A través de su música Keyla retrata ciudades y desde su fino sentido del humor recrea lo popular del nengón, el son, el cha-cha-cha, el danzón y la tonada, como si todo recorrido le condujese a su propio encuentro.     

Keyla Orozco nació en Santiago de Cuba en 1969. En su ciudad natal estudió piano y teoría musical en el conservatorio Esteban Salas y continuó estudios en la Escuela Nacional de Música. Su formación como compositora inicia en el Instituto Superior de Arte bajo la guía del maestro Harold Gramatges, y continuaron en el Conservatorio Real de La Haya y el Sweelinck de Ámsterdam, Holanda entre 1995 y 1998 con el posgrado a cargo del profesor holandés Theo Leovendie.

Precisamente, en Holanda, Keyla consolidó su itinerario como compositora al recibir encargos de obras por diferentes instituciones artísticas, la primera de estas es “Perpetuumm”, dedicada al Niew Ensemble. Actualmente, “Perpetuumm” es una pieza notable dentro de su catálogo y ocupa un puesto privilegiado en sus memorias por ser la primera obra que expuso al público europeo dentro de la programación de un festival donde ella era la única cubana.  

“PerpetuumM” consiste en un movimiento continuo que irrumpe en el bongó y se ramifica a través de todo el espacio sonoro. En esta obra, que apenas alcanza los 8 minutos de duración, logra una simbiosis entre el Stravinsky de “Rito de Primavera”, el Roldán de las Rítmicas V y VI para conjunto de percusión, y entonaciones propias de nuestra música popular. 

Para la joven compositora la concepción de la obra representó un gran reto, comenzando con lo atípico del formato musical que requería el encargo. Keyla Orozco, hasta le fecha, había escrito con regularidad para formatos tradicionales; sin embargo, el ensamble de “PerpetuumM” exigía de flauta que alternara con piccolo, clarinete con clarinete bajo, oboe con corno inglés, arpa, piano, violín, viola, cello, contrabajo, y percusionista a cargo de un set que incluía cencerro, timbales, bongó, tumbadora y una gran caja. Sobre esta experiencia la compositora expresó “no estaba acostumbrada, nunca había trabajado con un formato así, pero bueno, se iba a estrenar en un teatro importante, era una buena oportunidad y era parte de mi trabajo de clase del segundo año”.

En “PerpetumM” la compositora logra una excelente correspondencia entre timbre y factura. Le otorga la función rítmica de ostinato a la percusión y las cuerdas que transitan desde momentos de gran densidad hasta la etérea sonoridad del arpa. A esta franja continua, añade los instrumentos de viento maderas que recrean desde pequeños motivos rítmicos hasta pasajes melódicos de expresividad bucólica.

Otro reto impuesto por su maestro Teo Louvendie, consistió en fundamentar la armonía de la obra en una escala sintética que comprendiera varios registros y modificara su modo por cada octava. A este tipo de exigencias la joven compositora no estaba familiarizada, pero lejos de restringir su espontaneidad e imaginación, resultó ser fascinante y efectiva para lograr la unidad deseada.

En este sentido Keyla Orozco nos comenta “Es ahí donde yo me empiezo a dar cuenta de que para toda construcción de una obra uno necesita inventarse sistemas un sistema armónico, o un sistema melódico o un sistema rítmico, o un sistema estructural, o todos”. Precisamente, esto es una de las virtudes que reconocemos en su obra: el perfecto equilibrio entre lo profundamente premeditado, perceptible en la solidez arquitectónica de su música y lo intuitivo que hace de su obra espontánea, colorida y expresiva.

*Javier Iha Rodríguez (compositor)