Aqui les presento una de las colaboradoras de este blog tan abarcador.
Amarilis Pérez Vera
La visita de la vieja dama fue una de las propuestas de Teatro Buendía para el Trece Festival de Teatro de La Habana. Cuando este concluyó, la obra permaneció en la cartelera de la sede del Buendía y para cerrar la temporada se presentó en la Sala Hubert de Blanck más céntrica si de circuito teatral se trata.
He oído decir, o al menos creo haber oído decir, que generalmente la crítica se empeña en hacer notar en el objeto de estudio dado qué cosa hay aquí que no hay allá y deja a un lado cómo las constantes varían en el tiempo.
No sé, los criterios sobre la crítica siempre se me enredan. El caso es que si tomamos una postura de rechazo o resistencia, como siempre, en esta propuesta del Buendía, el texto lo dice todo, los actores hablan con voz engolada y no sé por qué se mueven tan extraño. Sin embargo, si somos menos resistentes o prejuiciados, hay algo verdadero, una constante real y orgánica, útil, relacionada con la poética del grupo que sí ha variado: el carnaval.
Antes de continuar este análisis que propongo, pido que se haga un viaje al año 1986 y luego ustedes solo habrán visto, como yo, Charenton y Woyzeck. Superando la idea de que todo lo misterioso y enmascarado guarda relación con el carnaval, en ambas propuestas hay una presencia de lo carnavalesco que se hace evidente a través del vestuario y que toma forma en la estructura como medio para distanciar, extrañar, particularizar, apuntar, un momento, es decir, un tiempo específico en la fábula: en Charenton para las decapitaciones, en Woyzeck para dar un salto atrás. Y por supuesto, siempre en estrecha relación con lo popular y lo grotesco.
En La visita de la vieja dama, el carnaval se evidencia y cumple funciones semejantes, pero, y esto es lo que llama mi atención, se subraya su cualidad por cuanto representa un “mundo invertido”; es decir, por cuanto representa un mundo de confusiones y profanaciones. A la visita de la vieja dama se evidencia, se pone en escena, la moral del pueblo y un poder excéntrico y ambivalente profana el poder del alcalde, el poder de la vieja dama. En un sentido literal y metafórico reina lo “anormal”, ya que se entroniza algo extracotidiano –tiene lugar una coronación paródica. Invertido también por cuanto se invierten y subvierten oposiciones, por ejemplo, de género; es decir entre femenino y masculino: el novio de Clara y Mimí, ambos son travestis. Esta inestabilidad insertada en el espectáculo, desde mi punto de vista, señala un giro, una tormenta o torbellino en la poética del grupo.