“MILAGRO DE LOS ÁNGELES, DEL CANCIONERO CUBANO”

Canciones cubanas por Milagro de los Angeles

Por  Juan Piñera

Producciones Colibrí del Instituto Cubano de la Música, tiene entre sus nuevos discos compactos uno dedicado al cancionero de nuestro país, en un abarcador panorama del mismo.

El fonograma tiene como protagonista a la soprano Milagro de los Ángeles, secundada por la Orquesta del Gran Teatro de La Habana bajo la dirección del maestro Roberto Sánchez Ferrer.

La entrega discográfica tiene varias virtudes que comentaremos de inmediato.

La diversidad de compositores presentados, donde aparecen desde maestros de la trova tradicional, como Sindo Garay, hasta algunos de los más representativos de la lírica nacional como Ernesto Lecuona y Rodrigo Prats.

Muy interesante es, además, el equilibrado balance propuesto de obras, en el que aparecen armoniosamente partituras de estilos disímiles como el movimiento feeling, la música de concierto y el afrocubanismo.

Ahora bien, lo diverso se unifica por varios factores esenciales, el notable nivel interpretativo de Milagro de los Ángeles y la sabia dirección de Roberto Sánchez Ferrer.

Este último hace de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana el instrumento acompañante ideal de la solista.

La cantante logra, en quien la escucha, el total convencimiento, pues se desdobla orgánicamente en todos y cada uno de los títulos, sin perder su razón como intérprete: una soprano de primera línea.

Algunos de los instantes interpretativos de Milagro de los Ángeles que resaltaremos son, Oggere, de Gilberto Valdés; De Prisa Tierra, de Prisa, de Gisela Hernández; y Seré Feliz cuando tú me Quieras, de Adolfo Guzmán.

Asimismo, debemos agregar que el quehacer de Roberto Sánchez Ferrer, como orquestador, es impecable, pues con imaginación, siempre respetuoso del texto original y con un oficio que él solamente posee, nos ofrece una verdadera clase magistral.

Disfrutamos, en particular, el resultado en Tú, mi Delirio, de César Portillo de la Luz; Yambambó, de Emilio Grenet; y momentos aparentemente antagónicos como Yo sé de un Beso, de Eduardo Sánchez de Fuentes y En el Batey, de Alejandro García Caturla.

Milagro de los Ángeles, del Cancionero Cubano, tiene además otros atributos a resaltar como la grabación de Manuel López Mantecón y la mezcla y masterización de este último y de Tony Carreras.

Además, las notas discográficas de Mayra Torralbas complementan el trabajo de un equipo que se entregó de lleno para lograr un muy buen disco.

Producciones Colibrí se ha anotado un punto dentro del Programa de Rescate, Plasmación y Difusión del Patrimonio Musical del Instituto Cubano de la Música.

“POR LAS HUELLAS DE UN PASADO QUE EXPLIQUE EL PRESENTE: EL GRUPO DE RENOVACIÓN MUSICAL”

Por Juan Piñera

Entre los atractivos que nos trae la XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010, está un texto que será esclarecedor para los estudiosos de un período en la historia de la música cubana de concierto.

Nos estamos refiriendo a los años cuarenta del siglo pasado, y en particular, a un hecho cultural que se suscitó en las aulas del Conservatorio Municipal de La Habana, la creación del Grupo de Renovación Musical.

El texto en cuestión se titula, Grupo de Renovación Musical de Cuba, y es una compilación del editor, Radamés Giro.

Se ha especulado mucho, y muchas veces en contra, de este grupo y de su fundador, José Ardévol, y de si en verdad fue renovador y de vanguardia.

Y es que, tras las trágicas y prematuras muertes de Amadeo Roldán y de Alejandro García Caturla, dos personalidades protagónicas de la primera vanguardia musical en el siglo XX en Cuba, existió un vacío musical muy difícil de llenar.

Entonces, fue José Ardévol quien se dio a la tarea de forjar una nueva generación de músicos a través del Grupo de Renovación Musical, y lo logró, lo cual es un hecho indiscutible.

De otra manera, posiblemente se hubieran malogrado personalidades como Harold Gramatges, Julián Orbón, Edgardo Martín, Argeliers León, Gisela Hernández, Serafín Pro e Hilario González, entre otros.

Las palabras de presentación del libro son de uno de los miembros de Renovación Musical, Harold Gramatges, quien hace resaltar la importancia del texto compilado por Radamés Giro, quien aquí nos ofrece un poco de luz sobre el proceso fundacional de José Ardévol.
Y sobre todo, de los primeros pasos trazarían, en sus respectivas trayectorias artísticas e intelectuales, los jóvenes discípulos del maestro.

Son fundamentales los escritos que aparecen sobre Renovación Musical del propio José Ardévol, Francisco Ichaso, Antonio Quevedo y Alejo Carpentier, todos desde la óptica de aquella época.

También los de Leopoldo Hurtado y Edgardo Martín, un tanto alejados de aquellos tiempos.

Está presente, además, la mirada más cercana hacia este hecho cultural de María Isabel Ardévol y de Carole Fernández Martínez.

Sin embargo, el momento estelar de la compilación se encuentra en una crítica publicada en el periódico Hoy fechada el 24 de enero de 1943 titulada, Renovación Musical, Concierto Inaugural.

Crítica que tuvo rápidamente una réplica, la cual aparece en el Boletín del Grupo de Renovación Musical bajo la firma de Serafín Pro.

Por supuesto que surge la polémica, tan necesaria en todo ambiente cultural, y donde hallamos una serie de coordenadas que explican, por una parte, posibles puntos flacos de Renovación Musical, y por otra, las razones de ser, en caliente, de quienes lo integran.

El ejercicio de la crítica generó ronchas, pero hicieron crecer a estos músicos, quienes estaban un tanto alejados de lo que sucedía en Cuba por aquellos días y, más temprano que tarde, y a su manera, tendieron la vista a las sutiles esencias de nuestra música.

Hoy, cuando la crítica musical apenas la ejercemos, se agradece a Radamés Giro la edición del libro Grupo de Renovación Musical de Cuba, necesario para entender un momento de nuestra cultura y la verdadera razón de quienes fueron sus protagonistas.

EL AGRADECIMIENTO ,MUCHO MÁS QUE UN CARICATO

Autor y actriz ganadora del Caricato

Con esta imagen podría representar la admiración del autor con su actriz principal, pero como Ulises Rodríguez Febles optó por expresar con palabras su regocijo por los Caricatos a Huevos, llevada a la escena por Mefisto Teatro bajo la dirección de Tony Díaz , hago pública su carta al director y les anuncio que muy pronto la compañía llevará la obra a Pinar del Río, un título que debiera recorrer toda la isla.

5 de febrero 2010

Hubiera querido estar en la entrega de los Premios Caricatos para abrazar a mi Pastora. Es decir, a Hedy Villegas, la actriz que interpretó al personaje de mi obra Huevos. Hubiera querido estar en la ceremonia para abrazar a quien compuso la música original del polémico musical que dirigió Tony Díaz con la puesta de mi texto Huevos. Abrazar a Jomary Echevarria.
Hubiera querido estar en una de las butacas para escuchar el reconocimiento al texto. Aunque no sé si es cierto, porque la noticia llegó en voz de periodistas amigos que asistieron desde Matanzas al acto de premiación. O de ciertos amigos de toda la Isla que llamaron a casa para decirme la noticia. En realidad el reconocimiento está escrito para siempre en mis recuerdos de autor desde el 11 de febrero del 2009 que se prestrenó en Matanzas. El reconocimiento son los aplausos conmovidos, las palabras después de cada función, los mensajes de la gente, los controvertidas opiniones de la crítica, la salas llenas durante las funciones – hasta en las de las 12 de la noche – o la que hubo que repetir a las siete p.m. porque culminaba la temporada habanera, el silencio de algunos u el alboroto de otros. La mano extendida, el abrazo o las palabras ¨escritas o dichas¨ de quienes aun no han entendido su país, ni a su gente. O de los otros, de los que lo comprenden demasiado bien. El silencio de los que se autoaplauden y se autoreconocen así mismo es también un reconocimiento valiosísimo. El silencio de los que cambian de opinión de un día para otro es en realidad un premio: el mejor. Lo que importa no es uno mismo, porque escribir, crear, para algunos tiene otro sentido. Mi Pastora es Hedy Villegas. La que debía vivir desde las páginas escritas de mi texto. Ella, ciega en las penumbras de la casa, acompañada de su otro nieto y de una perra que se llama Memoria. Ella puro dolor, caminando a tientas a abrazar a su nieto, que es su familia, que de alguna manera es también un pedazo de patria o la patria entera. Es eso lo que ella abraza. Pastora magullada por tantas contradicciones: humana, apagada y luminosa. Auténtica en su voz, en sus emociones, con su cuerpo y cada gesto.
La música de Jomary Echevarria, la mulata sensible e inteligente que conocí en los ensayos, recreó otra partitura de Huevos con la música: la de los límites de los seres humanos, sus actitudes, sus contradicciones. El mar, la multitud, los pasos de gente que regresa y vuelve a irse, el ladrido de un perro que se llama Memoria. ¨Me duelen los huesos¨ – me confesó alguien.
Memoria ladra.
Hubiera querido estar en la ceremonia de premiación, junto con Tony Díaz, en la oscuridad de la sala donde se escuchan las voces, los estremecimientos de la gente, donde se llora y se ríe. Entre la gente, toda, mezclada.
O mejor: caminar entre la gente, los que andan por la calle.
Mi estética se amasa con sus vibraciones.

Ulises Rodríguez Febles

El más aristocrático de los teatristas cubanos

El aristocrático de la escena cubana

Por  Alejandro Guerra,Estudiante de Periodismo

Armando Suárez del Villar está renovando al teatro constantemente. Con una lista  de importantes obras en su labor, que van desde los clásicos del siglo XIX hasta el teatro musical, recibió el Premio Nacional de Teatro del 2009  que nunca esperó recibir. Calificado como el más aristocrático de los teatristas cubanos por el jurado del Premio , confiesa que  desde pequeño inventaba juegos en las fiestas y empecé a  imaginar cosas muy alejadas de las ciencias

La única que entendió mis ideas fue mi madre. El resto de la familia quería que estudiara Derecho o alguna carrera de las ciencias, no querían que me vinculara al mundo del arte. Incluso mis medios hermanos, que eran mayores que yo, se oponían, pues ellos sí eran científicos.

A pesar de todo, Suárez —como cariñosamente le llaman sus alumnos y ex-alumnos, compañeros de trabajo y amigos— hizo siempre lo que creyó mejor para su vida. Entonces apareció en escena el Ateneo de Cienfuegos, una sociedad cultural de su tierra natal que recuerda con mucho cariño.

Al Ateneo asistía un público muy especial.

Allí organicé un grupo de teatro, y ensayábamos en un espacio muy pequeño.

Con ese grupo de teatro hice la obra La Santa, de Eduardo Manet, que trataba sobre el falso espiritismo. Después busqué hacer obras del teatro vernáculo, y montamos dos publicadas por Samuel Feijóo en la colección de la Universidad Central de las Villas. Nos unimos a un profesor de piano para que montara las canciones y empecé a trabajar con un sexteto que daba funciones en el cabaret Jagua. Esa agrupación acompañó la primera  puesta de Los Bufos, muy exitosa.

Recuerdo que el teatro Terry estaba repleto— declara con los ojos soñadores de un niño de quince años— de arriba a abajo desde el gallinero y la tertulia, hasta el último lugar de los palcos. Los Bufos se hacía jueves,viernes sábado y domingo, y duró bastantes semanas en cartelera

Tras la puesta en escena, Armando Suárez del Villar fue llamado para integrarse a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP),  porque en la zona de Camagüey necesitaban mano de obra para cortar caña y hacer otras labores.

Al terminar, se centra en obras clásicas del teatro cubano, y lleva a escena El Fantasmón de Aravaca, del dramaturgo Joaquín Lorenzo Luaces.

Me interesaba el teatro cubano porque existían obras que nunca se habían estrenado. Por ejemplo las de Luaces no habían subido a escena porque eran una burla a sus coterráneos, y el cubano siempre ha sido muy reacio a aceptar que otros lo ridiculicen.

A fines de los sesenta vine para La Habana, pues Raquel Revuelta me mandó a buscar.

Ella me dijo que Teatro Estudio era una línea experimental, que podía montar cualquier obra que deseara, por lo que hice El Becerro de Oro, otra obra de Luaces.

Posteriormente llevamos a escena Baltasar, de Gertrudis Gómez de Avellaneda, que se debía estrenar en la inauguración del Teatro Nacional de Cuba

Después monté El Conde Alarcos con el propio Teatro Estudio; La Hija de las Flores, también de la Tula, y otras obras que más tarde se repusieron como parte de un ciclo de teatro clásico cubano tras inaugurarse el Teatro.

Después del ciclo de obras cubanas  estrenamos una versión de Las Impuras,  de Miguel Carrión, y luego empecé atrabajar con obras mucho más contemporáneas .

Reconocido como una de las figuras más importantes del Teatro Musical en la Isla, Armando Suárez del Villar se hizo de rogar para llegar al género

Trataron de conquistarme para que hiciera teatro musical y me decidí por Las Vacas Gordas, de Abelardo Estorino,  una obra dramática que convertí en comedia musical. De esta forma el público comenzó a disfrutar de un teatro nuevo, distinto,  y tras el éxito de la puesta me pidieron que hiciera ópera. Me negué; prefería hacer zarzuela. Así que monté Cecilia Valdés, de Gonzalo Roig, basado en la novela homónima de Cirilo Villaverde.

Después, muchas personas escribieron  obras musicales para que las dirigiera, pero ‘se quedaron en el tintero’ por falta de tiempo.

En el año ‘80 decidí que iba a hacer ópera y llevé a escena La Esclava, obra cubana del compositor José Mauri, muy bien pensada y con excelente música; sin embargo, su autor nunca recibió beneficios: murió sin verla  en escena.

Más tarde hice La Traviata, de Giuseppe Verdi; y Don Pasquale, de Gaetano Donizetti. Luego me voy a Holguín, donde llevamos a escena María la O y El Cafetal, ambas de de Ernesto Lecuona.

Ya para la década del noventa, radicado aquí en La Habana, hice tres obras musicales modernas con cantantes y actores de experiencia, con pocos recursos por supuesto, porque en ese momento estábamos en pleno Período Especial. Escogía obras que tuvieran un alto valor artístico, que es lo que el público aprecia.

Tras conocer la trayectoria artística de esta figura de nuestras tablas, no podemos dudar que es una opinión autorizada en materia de teatro. Ante la pregunta de ¿qué piensa del teatro musical cubano?, declara:

Es nulo, no existe nada en estos momentos que podamos llamar Teatro Musical. Lo único que queda es la ópera y muchas de las que se representan en nuestros centros es mejor ni verlas. Además, las puestas siempre son las mismas desde hace años, no hay variedad

Maestro de generaciones,  Armando Suárez del Villar ha sido profesor de actores de Cienfuegos, la Escuela Nacional de Arte y el Instituto Superior de Arte.

Voy a seguir impartiendo clases, lo que no puedo conjugar la docencia y la dirección de teatro a la vez, porque el estudiante de hoy tiene miras distintas a los de hace 20 años.

Ahora los muchachos están para lucirse en la televisión, en el cine y trabajar casi ‘de favor’ en el teatro. Estoy tratando de ver si hay gente en el ISA interesada en el teatro de verdad, porque si piensan que es un escalón para hacer cine, por ejemplo, están equivocados.

Realizo un plan de estudios sobre el teatro musical para el ISA y la ENA. Será un perfil que, de aprobarse, se pondría en práctica a partir de septiembre. Es muy importante, porque tenemos una tradición en la esfera del teatro musical que casi ningún país del continente posee. He realizado investigaciones y ya desde el año 1850 teníamos este tipo de teatro en Cuba, manifestado en el Molino Rojo. Sólo en Brasil existió algo muy parecido: las academias de baile.

El plan de estudios está entorpecido por problemas burocráticos y es un absurdo, porque no tiene sentido evitar que se aplique. Queremos actores y actrices completos, bien capacitados; que sean capaces de cantar, bailar y actuar bien, sin mediocridad.

Recientemente le fue otorgado el Premio Nacional de Teatro, tras un récord de nominaciones. Sonriente confiesa que  a todo el mundo le gustan los premios; pero a veces no es bueno porque otras personas pueden odiarte. Yo prefiero llevarme bien con la gente

ROCIO GARCIA: el sustancial cambio en sus VERY OSCURO…

Por Antonio Fernández Seoane

Una vez más, Rocío García seduce al espectador, aunque todos los que hemos visto su más reciente entrega artística, quedamos impactados en la segunda parte de VERY, VERY LIGHT AND VERY OSCURO… Y es, precisamente, que en este VERY OSCURO se encuentran los inevitables cambios de una artista que busca, en las experimentaciones plásticas y en la esencia –quizás más sórdida- del ser humano, la constante renovación de una carrera sentada por derecho propio en la excelencia del arte contemporáneo de nuestro país…

Su paleta cromática, aquí, cambia radicalmente si la comparamos con sus gamas acostumbradas de colores pop –suaves o agresivos-, de esos “thrillers” ya conocidos… Las seis obras que conforman esta nueva serie, introduce, además, a un nuevo personaje –totalmente opuesto, por su significante, a sus marineros, a sus machos o gángster-, esta vez más participativo de cómo pudo aparecer en las otras seis del VERY LIGHT…: un agente del orden, joven, sensual y bello (pero que ha perdido la memoria en esta historia de Rocío García) y que sólo se remite a iluminar –quizás para husmear impertinentemente- las escenas amorfas (magistralmente bien diseñadas por ella) de cuerpos de cualquier sexo, que pudieran estar participando en ejercicios amatorios de toda índole, claro, con la ayuda de la imaginación de un espectador suspicaz…

Esta creadora vuelve a encantar –ya no le basta con su propia personalidad- con una obra de sobrada impacción artística, aunque yo siga prefiriendo los VERY OSCUROS, ésos que de haberlos expuestos solos, nos hubieran dejado sin respiración y no sólo por habernos hecho entrar –como al agente en cuestión- en estas sanas locuras de Rocío García.

“CECILIO TIELES EN LA SALA ALEJANDRO GARCÍA CATURLA”

Cecilio Tieles

Por Juan Piñera.

El viernes 8 de enero de enero, a las seis de la tarde, se presentó en la Sala Caturla, del teatro Auditórium Amadeo Roldán, el pianista Cecilio Tieles.

Era una actuación esperada por quienes han seguido la trayectoria de este artista desde tiempos en que había sido laureado en los concursos internacionales de piano Viana de Mota, en Lisboa y Chaicovski, en Moscú.

El programa estuvo constituido en la primera parte por música de España y de Cuba, mientras que el final del recital fue dedicado a Frederic Chopin en el Bicentenario de su Nacimiento.

Cecilio Tieles es un pianista culto y refinado, así nos lo hizo saber desde el primer instante de su presentación, cuando interpretó dos obras de Manuel de Falla, Cubana y Andaluza.

Su actuación prosiguió difícil y comprometida Sonata Nº 2, de Alfredo Diez Nieto, por cierto dedicada a Cecilio Tieles por el compositor.

Aquí apreciamos, en una oportunidad más, el aprecio que tiene el intérprete por la música cubana, sea la filiación estética que sea.

Condición ésta deben tener presente colegas que viven a espaldas a una realidad sonora e histórica de su país, y sobre todo, jóvenes estudiantes del instrumento a los que se debe educar.

Un momento mágico del programa, por la delicadeza en la interpretación, fue el estreno en Cuba de En Tiempo de Habanera, del español Jordi Vilaprinyó del Perugia.

La primera parte del programa concluyó con Diurno y Postludio, que su autor, Juan Piñera, también dedicó a Cecilio Tieles.
Aquí, el tratamiento pianístico es realizado virtuosísticamente, como reto al intérprete, quien salió más que victorioso.

Esta partitura fue la antesala a la interpretación en la segunda parte de los Doce Estudios Op. 10, de Frederic Chopin.

Este fue un momento donde Cecilio Tieles, mostró su madurez plena, en una clase magistral de rigor interpretativo.

La presentación concluyó con tres encores, los Estudios Op.25, Nº 1 y Nº 2, también de Frederic Chopin y el Joropo, del venezolano Moisés Moleiro.

Partituras que sugirieron la ductilidad del intérprete y el deseo del público a seguir escuchando al pianista en más oportunidades.

No es gratuito que este recital haya sido relevante, los estudios que ha realizado Cecilio Tieles sobre el pianista y compositor cubano del siglo XIX, Nicolás Ruiz Espadero lo han mostrado.

Y es un eslabón más de la seriedad con que este artista e investigador asume toda la música.

PLÁCIDO, EL RIESGO DE HACER TEATRO

Por Zorky Crespo Orozco
zorky@cmbf.icrt.cu
Las Jornadas Villanueva, que se realizan hasta el 22 de enero, mantuvieron en cartelera algunas de las obras que cerraron el 2009; entre ellas Plácido del dramaturgo Gerardo Fulleda León, que lleva a escena el grupo Mefisto Teatro.
La función antes fue presentada en Matanzas, como parte de la Jornada de la Dramaturgia Cubana, desde el 5 y hasta el 7 de diciembre, así se homenajeó el Bicentenario del poeta cubano (18 de marzo 1809-28 de junio de 1844).
Criterios desde la también llamada Atenas de Cuba, ubicada a unos 100 kilómetros de la capital, fueron publicados en el artículo Próximamente Plácido en La Habana
Esta vez CMBF, Radio Musical Nacional conversó con el crítico de teatro Norge Espinosa sobre la obra y sus presentaciones.
En Matanzas la obra se presentó sin vestuario y escenografía completa. ¿No implica ello mucho riesgo?
El grupo se atrevió a llevar una obra que aún no estaba completa en su producción para que la fecha del Bicentenario de Plácido no pasara inadvertida, y claro que eso siempre implica un riesgo.
En realidad los preestrenos ocurren en cualquier lugar del mundo, es justamente el proceso donde el grupo prueba determinados recursos antes de lanzarse al estreno oficial.
Norge Espinosa ejemplificó que en los Estados Unidos las obras que se van a presentar en Broadway hacen primero una gira por el interior de algunos estados y con ese público se va probando lo que puede funcionar, a veces son necesario cambios y otras no, pero es importante que un grupo no tenga limitado el espectáculo antes de llegar al estreno oficial.
¿Pero no todos los grupos realizan preestrenos?
El proceso de creación del teatro Cuba es muy apresurado y eso a veces te impide que determinadas miradas se acerquen al asunto y puedan aportar ideas, que pueden ser negativas o positivas, con respecto al espectáculo pero dan un saldo de criterio a partir del cual el director y la compañía pueden tomar en cuenta algunos criterios, lo que pasa es que siempre hay que manejarlo con delicadeza y cuidado, la opinión más negativa se puede dar con la mayor elegancia y a partir de ahí se puede comprender y ser provechoso más allá de una simple crítica.
¿Plácido polémico?
Este sería un buen espectáculo para debatir sobre cuestiones de pequeño o gran formato, para volver al texto original y mirar a la cultura cubana, desde la posibilidad del teatro, como una fuerza integradora.
Siguiéndola la trayectoria de Mefisto me gustaría que esta obra se sumara a una línea de debates, desde la sección de críticos, y partir de ahí compaginar nuestros criterios con los que se vertieron en Matanzas, como con los que se pueden generar a donde quiera que el espectáculo vaya.
¿Retorna el musical?
Tony insiste en volver al musical y en devolverle su esencia, en esa cuerda algunos elementos de Plácido son discutibles, pero al menos hay un director como él apostando por esa especialidad hoy en Cuba, con todo lo que es un género especializado, que requiere lo que todavía no tenemos.
Norge Espinosa es el del criterio que el riesgo siempre es necesario y el teatro en un oficio que se basa en exponerse ante un público, casi siempre muy exigente; así, Plácido por Mefisto Teatro tiene, al menos tiene dos méritos: intentar rescatar el musical como género y despertar polémica.

“PANORAMA HISTÓRICO DE LA MÚSICA EN CUBA, UN LIBRO QUE DEBERÍA REEDITARSE”

Por Juan Piñera

Este año, recordamos y recordaremos, el aniversario 95 del nacimiento de Edgardo Martín, quien nació en Cienfuegos el 6 de Octubre de 1915.

Entre los trabajos que este compositor, pedagogo y crítico realizó y legó a la cultura cubana está su libro de referencia, Panorama Histórico de la Música en Cuba.

El cual tuvo su primera, y hasta ahora, única edición en 1971, gracias a las ediciones de la Universidad de La Habana.

Entre las virtudes que hemos hallado, en un libro casi clandestino, está lo acucioso del material recopilado por Edgardo Martín.

A diferencia de La Música en Cuba, de Alejo Carpentier, el autor no se permite novelar y especular.

Son libros que tratan un mismo tema, con ópticas diferentes, como es de esperar y con la virtud de indagar quiénes en verdad somos.

Sin embargo, tanto a La Música en Cuba, de Carpentier, como a Panorama Histórico de la Música en Cuba, de Martín, les une un común denominador.

Las críticas más enconadas por parte de un sector de la musicología cubana, que ha encontrado defectos en uno y otro libro.

Es más fácil deshacer que hacer; destruir que construir.

El proceso investigativo y de acumulación de información de los autores fue de largos y fructíferos años, mucho tiempo más que una lectura de ambos trabajos, por profunda que ésta sea.

La crítica siempre es un trabajo muy difícil, pero es más fácil criticar, que dejar textos fundamentales de lo que han hecho nuestros músicos a lo largo de aproximadamente medio milenio.

En el caso de Panorama Histórico de la Música en Cuba, su autor, Edgardo Martín, ofrece datos nunca antes expuestos en publicación cubana alguna.

En este sentido, es un trabajo más que loable y hasta diríamos que monumental.

Esta impresionante acumulación de datos y más datos, nos permite descubrir algún capítulo olvidado en nuestra historia musical.

Nos permite, además, echar una mirada hacia un momento oscuro y dudoso de de nuestro devenir musical, e iniciar una investigación en esa dirección.

Panorama Histórico de la Música en Cuba, de Edgardo Martín, es un libro que necesita una reedición que, puede ser crítica o no, pero que va a ser herramienta primera para otros procesos investigativos, seguramente más profundos.

También, nuestros estudiantes de música serán beneficiados con esta reedición, pues tendrán un nuevo material informativo abarcador que, no permitirá más fisuras en la enseñanza de la música en el país.

El Instituto Cubano de la Música y su Museo Nacional de la Música tienen un programa de Rescate, Plasmación y Difusión de lo patrimonial.

Desde este comentario instamos a la reedición de Panorama Histórico de la Música en Cuba, de Edgardo Martín.

Será un buen homenaje a la memoria de este maestro en el aniversario 95 de su nacimiento.